Es el tópico más certero, el que nunca miente: "qué rápido pasa el tiempo". Anchorage nos resulta algo lejanísimo, algo que parece de otro viaje, pero no, es el lugar donde iniciamos este periplo americano. Hemos redescubierto que nos encontramos muy bien y libres en lugares abiertos y poco tocados por la mano del hombre. Alaska y Canadá son, por tanto, dos paraísos para ello, nuestra Australia con árboles y agua. No hay sensación más buena que poder plantar la tienda donde y cuando a uno le apetezca (con permiso de los Rangers) y oir solo los sonidos de la naturaleza. Poder ver la fauna local desde la bicicleta y ver de tan cerca y en libertad esos impresionantes mamíferos llamados osos han sido otros de los grandes momentos vividos.
Como siempre decimos, atrás quedan los mosquitos, las tormentas repentinas y esa paranoia con esconder la comida de los osos. Qué es eso comparado con lo que obtenemos a cambio? Exceptuando la taiga siberiana de cuando viajamos, años atrás, en el transiberiano, jamás habíamos visto tantos árboles y lagos juntos. En Alaska y Canadá, casi cada día ha sido un espectáculo.Y más aún cuando nos llevamos en las alforjas el recuerdo de tanta gente que hemos encontrado en el camino, gente abierta, agradable y generosa para standards occidentales. Resulta curioso ver la diferencia en la alimentación que vimos en los alaskeños y canadienses, a pesar de ser vecinos y compartir raíces culturales. Hemos visto a los canadienses mucho más preocupados por su salud y apasionadamente deportistas. Quizás es que para vivir en el oeste debe gustarte la actividad física, especialmente el esquí en invierno... sino "sería imposible vivir aquí".
Es cierto que a los cicloviajeros nos gustan especialmente los sitios diferentes de los que provenimos, y que Alaska y Canadá (reservas indígenas aparte) no dejan de ser países occidentales del primer mundo, pero si alguien nos dijera de volver atrás ahora mismo, no lo pensaríamos un momento. Y de la misma forma que volveríamos también decimos que volveremos. Este inmenso país esconde aún el grueso del iceberg.
Thanks a lot Alaska & Canada!
Como siempre decimos, atrás quedan los mosquitos, las tormentas repentinas y esa paranoia con esconder la comida de los osos. Qué es eso comparado con lo que obtenemos a cambio? Exceptuando la taiga siberiana de cuando viajamos, años atrás, en el transiberiano, jamás habíamos visto tantos árboles y lagos juntos. En Alaska y Canadá, casi cada día ha sido un espectáculo.Y más aún cuando nos llevamos en las alforjas el recuerdo de tanta gente que hemos encontrado en el camino, gente abierta, agradable y generosa para standards occidentales. Resulta curioso ver la diferencia en la alimentación que vimos en los alaskeños y canadienses, a pesar de ser vecinos y compartir raíces culturales. Hemos visto a los canadienses mucho más preocupados por su salud y apasionadamente deportistas. Quizás es que para vivir en el oeste debe gustarte la actividad física, especialmente el esquí en invierno... sino "sería imposible vivir aquí".
Es cierto que a los cicloviajeros nos gustan especialmente los sitios diferentes de los que provenimos, y que Alaska y Canadá (reservas indígenas aparte) no dejan de ser países occidentales del primer mundo, pero si alguien nos dijera de volver atrás ahora mismo, no lo pensaríamos un momento. Y de la misma forma que volveríamos también decimos que volveremos. Este inmenso país esconde aún el grueso del iceberg.
Thanks a lot Alaska & Canada!
El valle de Okanagan es la frutería y la bodega de Canadá. Millones de cerezas, manzanas, peras, melocotones, ciruelas, uvas, tomates, verduras y demás salen de su fértil suelo |
Bye bye Alaska and Canada |