Parecía que este momento no iba a llegar nunca pero una vez más, el tiempo vuela. Aún recuerdo nuestra llegada a Tokyo como si hubiera sucedido ayer. Y aquí estamos de nuevo, en ruta, en Alaska.
Linda nos acoje en su casa y nos trata como a sus nietos. No será la última vez que los alaskeños nos den muestras de su generosidad.Qué gente!
Es difícil expresar lo que sentimos al partir de nuevo hacia lo incierto, hacia esa tan lejana y familiar meta llamada Ushuaia. Lo normal sería decir que lo importante no es el destino final sino el camino en sí. Pero en nuestro caso todo es importante porque en Ushuaia nos esperan grandes momentos. Más no podemos pedir.
Hace apenas tres días había 8 cm de nieve. Y de repente, coincidiendo con nuestro aterrizaje llegó la primavera, absolutamente poderosa y por lo que parece, con prisa. En 4 días los bosques empezaron a brotar, los lagos crujían con el deshielo y los ríos bajaban desbordados de esa marrón y helada agua de los glaciares. Los animales se dejan ver. Como las águilas calvas (el emblema nacional de Estados Unidos), alces, caribous, ardillas, pájaros, cisnes, patos, puerco espines... Pero en Alaska, del oso y del lobo, nada de nada. Los locales dicen que la primavera tardía les ha hecho despertar más tarde pero nos aseguran que aparecer, aparecerán. No tenemos prisa.
Nuestras primeras pedaleadas discurren entre montañas nevadas y un sol implacable. No pedaleamos solos. Jorge y Vanesa han venido con las alforjas cargados de ilusión y las mismas intenciones que nosotros, llegar al fin del mundo. La paz es total y el acarrear tanta comida por las distancias sin pueblos nos traen irremediablemente recuerdos de Australia.
Escuchamos entusiasmados los relatos de Jay, un auténtico superviviente, cazador y trampero que nos deleita con una barbacoa de salmón pescado por él. No hay nada que entre mejor que un buen filete de King Salmon made in Alaska.
La lluvia nos visita un día pero es pasajera. Desde que hemos llegado a Alaska no conocemos la noche. Podemos leer por las noches sin usar frontal, pero ir sin reloj en un sitio como estos te deja desorientado todo el día. Te despiertas en la mitad de la "noche", qué hora será? las 3 de la madrugada o las 11 de la mañana? Qué duro tiene que ser vivir aquí. Un día pasaré un invierno en Alaska. Es un sueño recién parido. Y creo que sé dónde.
América es nuestra.
Linda nos acoje en su casa y nos trata como a sus nietos. No será la última vez que los alaskeños nos den muestras de su generosidad.Qué gente!
Es difícil expresar lo que sentimos al partir de nuevo hacia lo incierto, hacia esa tan lejana y familiar meta llamada Ushuaia. Lo normal sería decir que lo importante no es el destino final sino el camino en sí. Pero en nuestro caso todo es importante porque en Ushuaia nos esperan grandes momentos. Más no podemos pedir.
Hace apenas tres días había 8 cm de nieve. Y de repente, coincidiendo con nuestro aterrizaje llegó la primavera, absolutamente poderosa y por lo que parece, con prisa. En 4 días los bosques empezaron a brotar, los lagos crujían con el deshielo y los ríos bajaban desbordados de esa marrón y helada agua de los glaciares. Los animales se dejan ver. Como las águilas calvas (el emblema nacional de Estados Unidos), alces, caribous, ardillas, pájaros, cisnes, patos, puerco espines... Pero en Alaska, del oso y del lobo, nada de nada. Los locales dicen que la primavera tardía les ha hecho despertar más tarde pero nos aseguran que aparecer, aparecerán. No tenemos prisa.
Nuestras primeras pedaleadas discurren entre montañas nevadas y un sol implacable. No pedaleamos solos. Jorge y Vanesa han venido con las alforjas cargados de ilusión y las mismas intenciones que nosotros, llegar al fin del mundo. La paz es total y el acarrear tanta comida por las distancias sin pueblos nos traen irremediablemente recuerdos de Australia.
Escuchamos entusiasmados los relatos de Jay, un auténtico superviviente, cazador y trampero que nos deleita con una barbacoa de salmón pescado por él. No hay nada que entre mejor que un buen filete de King Salmon made in Alaska.
La lluvia nos visita un día pero es pasajera. Desde que hemos llegado a Alaska no conocemos la noche. Podemos leer por las noches sin usar frontal, pero ir sin reloj en un sitio como estos te deja desorientado todo el día. Te despiertas en la mitad de la "noche", qué hora será? las 3 de la madrugada o las 11 de la mañana? Qué duro tiene que ser vivir aquí. Un día pasaré un invierno en Alaska. Es un sueño recién parido. Y creo que sé dónde.
América es nuestra.
Bici nueva, alforjas nuevas, ropa nueva. Ilusión, la de siempre. Show must go on! |
Jorge y Vanesa. Dos enormes personas. Hemos pedaleado muy a gusto con estos maravillosos palentinos (http://unviajedospalentinostresamericas.blogspot.com/) |
Bosques, montañas, lagos, animales y mosquitos: Alaska |
El tiempo nos ha acompañado en nuestros primeros pasos por Alaska. Su belleza resalta aún más |
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